LA TIERRA Y LOS PUEBLOS, 1/3
18.03.2014 07:55Por más que la ONU fue creada bajo el lema “Nosotros los Pueblos”, lo cierto es que en el último medio siglo innumerables pueblos han carecido de voz y representación dentro de la comunidad internacional, y esto se debe, en gran medida, a que la membresía de la ONU se basó en la representación de estados-naciones
La novedad del estado-nación
Para comenzar a atacar el problema es preciso recordar que los estados-naciones son una conformación jurídica derivada del nacionalismo, ideología que, a su turno, cobrara forma en el siglo XVIII, en Occidente.
Recién a fines de esa centuria comenzó a considerarse que la civilización estaba determinada por la nacionalidad y que, por este principio, cada individuo debía ser educado en su lengua materna y no en otras de diferentes civilizaciones o épocas (como el griego y el latín).
Las primeras manifestaciones decisivas de esta ideología, en lo político, fueron la revolución de las colonias que firmaron la constitución de Estados Unidos de América y la Revolución Francesa.
Tras ser agente activo de la emancipación del resto de las colonias americanas a inicios del siglo siguiente, el nacionalismo penetró la parte central de Europa, primero, y luego la oriental.
En la primera mitad del siglo XX, alimentó levantamientos y luchas anticoloniales a lo largo y ancho de África y Asia.
En el contexto de la política mundial, el nacionalismo implicó la identificación del estado y la nación con el pueblo (o cuando menos la voluntad de determinar el tamaño del estado según principios etnográficos).
Pero, a pesar de que, en busca de legitimación, este modelo ha pretendido homologar prácticas previas (es decir, emparentarse con modos de organización política que lo precedieron), lo cierto es que el nacionalismo ni siquiera fue importante para la administración política de Occidente en el primer milenio y medio de la era cristiana.
Tras la caída del Imperio Romano, el ideal de gobierno era el estado terrenal universal, basado en la república o comunidad cristiana.
Antes de la edad de los nacionalismos, las lealtades políticas eran determinadas por formas de organización distintas de la nacionalidad, fueran éstas la ciudad-estado, el feudo y su señor, el reino dinástico, grupos religiosos o sectas.
Durante la Edad Media, por ejemplo, la civilización era determinada por la religión: las distintas nacionalidades, y sus respectivas lenguas, remitían a una civilización de pertenencia, sea el Cristianismo o el Islam, y a lenguas de civilización, como el latín, el griego, el árabe o el farsi.
Incluso en el Clasicismo, la cultura (entendida como modelo de civilización) francesa fue aceptada a lo largo y ancho de Europa como válida para todas las nacionalidades. (CONTINUARA)
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